Saioa Otegi, psicóloga de Agifes, insiste en que las personas que padecen ansiedad pueden alcanzar “un estado de bienestar y calma” si trabajan en su crecimiento personal.
Otegi, formada en psicoterapia humanista, ofrecerá una charla el 19 de abril, a las 18:30 horas, en la casa de cultura de Urretxu.
¿Cómo definirías la ansiedad y sus síntomas?
La ansiedad emerge cuando la mente se adelanta al futuro y vive aquello como si estuviera ocurriendo en el presente. También puede pasar que la ansiedad surja a raíz de una situación concreta del ahora, producida por vivencias o dificultades que uno sufre y que cree que pueden volver a pasar. La ansiedad es, en muchas ocasiones, la punta del iceberg que esconde emociones y pensamientos desencontrados. Los síntomas varían; pueden ser físicos, psicológicos, conductuales, cognitivos o sociales. En cualquier caso, los más comunes o característicos suelen ser las tensiones del cuerpo, la sensación de agobio, el temor a perder el control, los pensamientos negativos, las preocupaciones excesivas, etc. La sensación de ansiedad es tan generalizada que puede contener varias emociones-sensaciones dentro.
¿En qué consiste el trastorno de ansiedad?
La palabra trastorno puede sonar algo peyorativa, y ese calificativo dificulta la posibilidad de cambiar nuestra situación. Yo soy más proclive a decir que se trata de un estado y no de un trastorno. El tipo más común es la ansiedad generalizada, y luego hay tipologías más específicas como el TOC, las crisis de angustia, las fobias sociales o los trastornos postraumáticos.
¿Qué causas puede haber tras un trastorno de estas características?
Las personas afectadas por la ansiedad han sobregeneralizado sus miedos y aprenden por imitación a responder de una manera ansiosa. Es como si tuvieran una herramienta única para responder ante situaciones que les generan malestar. Un hecho cotidiano, según la intensidad con la que se vive, puede producir ansiedad; incluso el modo de vida de cada uno y de la sociedad actual también pueden generar este tipo de estados.
¿Existe algún perfil de persona más proclive a padecer ansiedad?
No, a cualquier persona le puede pasar; todos la hemos sufrido de una manera u otra. La cuestión es que podemos gestionarla y adaptarla a nuestra vida.
¿Qué tipo de pensamientos le rondan a alguien que sufre este malestar?
Los pensamientos saltan a la mente sin poder controlarlos. Son pensamientos acelerados, hiperactivos y repetitivos, que en ocasiones se entrecortan entre ellos e interrumpen el día a día de la persona. Cuando tenemos un estado ansioso lo adecuado sería ver posibilidades diferentes a la existente y actuar con flexibilidad. Para poder salir de esas sensaciones y pensamientos, sería positivo tratar de integrar lo que nos viene y fluir con ello.
Asimismo, es vital reflexionar sobre lo que nos ocurre. Preguntarnos a nosotros mismos qué nos pasa; analizar las exigencias de uno mismo, la rigidez, los hábitos que hemos creado en nuestra vida. Al final, es una oportunidad para reflexionar sobre aquello que no está bien y modificarlo. Se trata de elegir qué queremos en la vida.
Muchos especialistas advierten de que la ansiedad establece un círculo vicioso. ¿Cómo y por qué se convierte en hábito?
Los humanos tenemos hábitos y, como tal, se convierten en herramientas de supervivencia; también la ansiedad. La cuestión es saber manejarla para que no nos controle. Y de ahí la importancia de modificar los pensamientos y, en consecuencia, los hábitos de vida.
¿Qué consecuencias tiene la ansiedad? ¿Afecta a la salud del que la padece?
La salud en su integridad se ve afectada, por supuesto. La ansiedad produce un malestar general. Sentimientos, pensamientos… que pueden llegar a condicionar nuestras acciones y, por lo tanto, todo lo que representa nuestra persona. Sin embargo, si se trabaja a tiempo, no tiene por qué causar ningún tipo de consecuencia a largo plazo.
¿Cómo podemos afrontar las sensaciones de pánico?
Lo que más nos cuesta, precisamente, es afrontar estas situaciones; pasar de la consciencia a la acción y empezar a cambiar los hábitos de pensamiento y de actuación. La mejor opción es avanzar a pequeños pasos, paulatinamente. Al igual que los niños frente a situaciones novedosas y curiosas, podemos probar y darnos la oportunidad de actuar de distinta manera en algo que no hemos acertado anteriormente. En este caso, ayuda rescatar al niño interior y aventurarnos a dar el primer paso, tomando consciencia de que no vamos a volver al estado anterior porque ya hemos avanzado. Creer en el cambio es necesario para sanar, para curar.
¿El trastorno de ansiedad se cura?
Sí, claro que se cura. La persona que lo sufre tiene que aceptar que la ansiedad es una característica de su personalidad. Tendrá que asumir que tiene tendencia a responder de esta manera ante determinadas situaciones. Según el trabajo interno que haga, llegará a un estado de bienestar y calma. Las capacidades y habilidades de las personas son múltiples; no nos podemos autolimitar. Y esas habilidades y capacidades hay que mimarlas. Todo está en creer que podemos salir. Igual que entramos, siempre encontraremos una puerta para salir. Ahí está la clave.