El apego nos ayuda a comprender cómo se construyen los cimientos de las relaciones. Es una conexión afectivo-emocional estable o significativa, podemos definir la relación que se construye en los primeros años y la necesidad de mantenerla. Para entender más fácilmente, en los primeros años del niñe, se referiría a la forma en que se vinculan el niñe y su(s) figura(s) de apego (padres, madres, cuidador/a principal).
¿Y por qué necesitamos esto? Porque además de sentirnos segures y asegurar la supervivencia, nos es vital contar con las herramientas para una adecuada autorregulación, para facilitar una salud integral (psicofísica) y social; siendo éstas bases importantes del bienestar.
Es importante entender que hemos construido el tipo de apego que hemos creado a partir de una necesidad de supervivencia y protección, que nos han ayudado a enfrentar diferentes tipos de peligro cuando hemos estado en contacto con otros. No todos los contactos son seguros y los diferentes acontecimientos de la vida nos llevan a interiorizar diferentes experiencias y creencias.
El tipo de apego que tengamos tendrá un impacto directo en nuestra percepción de nosotros mismos y de los demás y nuestra exploración y perspectiva del entorno.
Un resumen con ejemplos de cada estilo de apego:
La persona con apego seguro, tenderá a una sana autoestima, una confianza y una capacidad de exploración más amplia, no se encontrará dificultades en el contacto.
Dentro del apego inseguro hay una autoimagen dañada. En el comportamiento del/la evitador/a mencionado anteriormente, podemos encontrar la negación o distanciamiento del contacto (físico, visual) así como la tendencia a la fuga y al aislamiento, evitando la manifestación de emociones y sentimientos tanto hacia sí misme como hacia los demás. En el segundo tipo, en el ansioso, sufrirá la necesidad de cercanía pero también lo contrario, debe resaltar su estado emocional y la falta de lo que necesita lo presionará y puede ser un obstáculo al salir a explorar el mundo. Podemos encontrar desamparo en el comportamiento de un apego desorganizado, ya sea por la rigidez de la imagen del apego, por un trauma no curado o por estar bajo la influencia de sustancias entre otras y esto lleva a encontrarse con experiencias desagradables ante el amor y la seguridad. Por ello, puede encontrarse ante situaciones de desatención o maltrato sintiendose con miedo y sin herramientas para su solución y por ello trata de evitar situaciones sociales. Su autoimagen está muy dañada y podemos encontrar maltrato o trauma en el origen.
Las experiencias que percibimos a raíz de estas situaciones que se dan en el contacto y el retiro nos conducirán a unas sensaciones corporales, emociones y pensamientos y acciones, y en cada una de ellas podemos encontrar diferentes bloqueos, sin terminar nunca el ciclo de la satisfacción ( ciclo de las necesidades).
Por ello, en las distintas conexiones afectivas que creamos (amiges, pareja, compañeres, etc.) nos encontraremos con nuestro propio estilo de comunicación, y por supuesto también con el de la otra persona.
Hay dos tipos principales de apego: seguro e inseguro.
Dentro del apego inseguro se encuentran tres tipos: evitativa o evasiva, ansiosa o ambivalente y desorganizada o confusa. Los tres primeros afrontarían una situación estresante de forma organizada, mientras que en el caso del último lo haría de forma desorganizada.
Cuando realizamos un trabajo terapéutico en el centro, nos enfocamos en la oportunidad de generar conciencia sobre el estilo de apego y los estilos de relación repetitivos (patrones) que tenemos cada une de nosotres.
Por ultimo y ejemplo, tenemos que tener en cuenta que el apego también se da en muchas otras especies, y por tanto nos muestra claramente la importancia de la conexión afectiva en el desarrollo y en la construcción de relaciones mutuas.